Por: Ing. Juan M. Chávez, Msc.
El
Foro "Experto de Alto Nivel" celebrado en Roma, en el 2009, concluyó textualmente
que la agricultura del siglo XXI, a nivel global, se enfrenta a múltiples
retos: tiene que producir más alimentos para alimentar a una población
creciente, con menor mano de obra, así como más materias primas para un mercado
de la bioenergía potencialmente enorme, y ha de contribuir al desarrollo global
de los numerosos países en desarrollo dependientes de la agricultura, adoptar
métodos de producción más eficaces y sostenibles y adaptarse al cambio
climático. Para el 2050, la demanda de cereales en República Dominicana para
alimentar a su población se proyecta en alrededor de un 30 % más de lo que
hoy se consume. En la actualidad se ha
consensuado que a diferencia de los incrementos de producción pasados, que en
general fueron impulsados por la expansión del área de producción, el 70 por
ciento del crecimiento futuro de la producción ha de proceder de una mejora de
la productividad. Se necesitará un desarrollo incluyente que mejore la
productividad de los pequeños agricultores con pocos recursos, y crear al mismo
tiempo oportunidades de desarrollo rural más amplias.
Se hace necesario
puntualizar que este necesario incremento de la productividad parte de unos
recursos básicos: tierra y agua (en disminución en muchas partes del país), con las limitaciones de un medioambiente cada vez más amenazado por la depredación indiscriminada, además de las incidencias del
calentamiento global y el cambio climático.
El reto es mayor si adherimos
el incremento poblacional proyectado para nuestro hermano gemelo: Haití (ver
gráfico de proyecciones de población). Esta realidad de alguna forma debemos
convertirla en una ventaja para desarrollar nuestro sector agropecuario nacional.
La FAO en el 2013 apunta que las políticas encaminadas a aumentar la
productividad agrícola y la disponibilidad de alimentos, especialmente cuando
van dirigidas a los pequeños agricultores, pueden permitir reducir el hambre
incluso allí donde la pobreza es generalizada. Esto, cuando se combina con
medidas de protección social, contrato de compra y venta entre instituciones
del Estado y las asociaciones y cooperativas rurales, y otros tipos de
facilidades que incentiven algún eslabón de la cadena; permite incrementar los
ingresos de las familias pobres aumentando la compra de alimentos, lo que puede
tener un efecto incluso más positivo y estimular el desarrollo rural, mediante
la creación de mercados florecientes y de oportunidades de empleo, haciendo
posible un crecimiento económico equitativo.
Aunque
las agriculturas del área de El Caribe poseen similitudes, la de República
Dominicana es algo especial y probablemente una de las más complejas en la
región por la diversidad de cultivos que se manejan desde esta pequeña isla. Sin
lugar a dudas, la prioridad debe descansar en aumentar la productividad en
aquellos cultivos que forman parte de la lista de la canasta de alimentación
local, y así dar prioridad a la seguridad alimentaria de todas las personas, quienes deben de tener,
en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos, inocuos y
nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en
cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana.
La
pregunta parece ser: ¿Con qué herramientas debe trabajarse para incrementar la productividad
en la agricultura dominicana?
Como
antes señalamos, la agricultura en República Dominicana es todo un sistema
productivo complejo por la diversidad de sus cultivos. Por lo que,
al tiempo de iniciar el diagnostico e interpretarlo, se puede determinar que hay que inclinarse
por corregir elementos propios de las cadenas de valor que son transversales a
los sistemas productivos. Después de realizar levantamientos por 3 años en las
zonas de producción nacional, el CONIAF (2016) y otras organizaciones, en su
Propuesta Para el Desarrollo Integral del Sector Agropecuario, junto a más de 600 actores del sector, en 18 talleres
regionales, se ha identificado algunos factores transversales que afectan
considerablemente la productividad de la mayoría de los sistemas productivos. Los
hallazgos muestran que hay que trabajar en la definición de políticas públicas del
sector agroalimentario: inversión estratégica en infraestructuras para el agua,
inocuidad, desconcentración, agro-negocio, agro-procesamiento, investigación,
transferencia de tecnológicas y extensión, fortalecimiento institucional en
todos los niveles, créditos y recursos humanos. Esas inversiones mejorarían el
acceso a los mercados, reducirían las pérdidas posteriores a la cosecha y se
ampliaría más la disponibilidad de los insumos necesarios.
Para implementar un plan para mejorar la productividad de nuestros cultivos
cadenas, como el presentado por el CONIAF, se requiere echar a un lado el
inmediatismo, individualismo y protagonismo que nos caracteriza, y unir
esfuerzos para trabajar en la implementación de un desarrollo sostenible en nuestro sector y sus
actores. Este, sin lugar a dudas, es el camino difícil que hoy o mañana
tendremos que enfrentar.
Aun después de la firma del DR-CAFTA, la inversión en los elementos
transversales que aseguran un incremento de productividad y que tocamos
anteriormente (infraestructuras para el agua,
inocuidad, desconcentración, agro-negocio, agro-procesamiento, investigación,
transferencia de tecnología y extensión, fortalecimiento institucional en
todos los niveles, créditos y recursos humanos), siempre se ha replegado a un
segundo plano, jugando así el famoso juego de la ruleta rusa a costa de la
seguridad y soberanía alimentaria y del futuro de nuestro sector agropecuario.
Lo que si se tiene al
día, aceitado, bien organizado y cuidadosamente planificado es el elemento de importaciones
de productos agropecuarios, como tercer eje de la agricultura dominicana, y el más
importante. Este se ha convertido desde hace un tiempo en el eje más lucrativo
para un reducido grupo del sector, que siempre está en posiciones de poder para bloquear la asignación de fondos a instituciones como las que trabajan en el
sistema de investigación y
transferencia de tecnología para ayudar al sector productivo a mejorar su productividad.
En otras palabras, mientras el Presidente de la República se desgasta
físicamente tratando de producir sostenidamente donde nunca se había mencionado
la palabra agricultura sostenida, otros se benefician exponencialmente con el
hecho de que no se produzca nada. No se
necesita mucha inteligencia para derivar que en el sector agropecuario de la República Dominicana, el queso lo cuida el ratón.
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ResponderEliminarMuy interesante reflexión realizada por el Ing. Chávez en el articulo. Es lamentable que las autoridades no hayan logrado asumir las recomendaciones que surgieron en la "Propuesta Para el Desarrollo Integral del Sector Agropecuario", que es el diagnostico , a groso modo, de la situación del sector agropecuario en donde se recomienda la aplicación de recursos monetarios en la agricultura dominicana en una serie de elementos transversales señalados para incrementar la productividad.Esta claro que falta la voluntad ...En su momento lo dije: Que el evento donde se dio a conocer la PROPUESTA concitó la participación de, al menos,cuatro Ex/Ministros de Agricultura y un Ex/Director general del IICA y no vi allí al Ministro de Agricultura.Qué está pasando?
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EliminarQuedará la "Propuesta para el Desarrollo Integral del sector Agropecuario", esfuerzo extraordinario de gentes preocupadas por el sector, como una de tantos estudios realizados en el país para cambiar la realidad existente , cuyo consumo de recursos (humanos , técnicos y económicos)sólo han servido para adornar los anaqueles oficiales.Lamentamos que ese sea el destino.
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